martes, 7 de septiembre de 2010

crónica de una soledad anunciada

A veces es muy relajante encontrarse solo,
para hacer distintas cosas y no compartirlas con nadie,
es una especie de intimidad personal,
un encuentro con uno mismo,
silencios necesarios, aprender para pensar,
es una elección consciente de un ejercicio de autodeterminación y abastecimiento.
Pero a veces cuando los años pasan 
nos damos cuenta que nada extraordinario está pasando a mi alrededor
podemos ser muy críticos con nosotros mismos
y exigentes, perfeccionistas,
a veces inseguros en tomar decisiones 
y nos ataca un sentimiento de culpa enfermiza
nuestro estado de animo es triste
de perdedor,
nos comportamos retraídamente y somos poco sociables.
A veces nos definimos en terminos abstractos como verguenza, 
frustración o soledad,
me siento tonta. 
Muchas veces el temor al compromiso nos paraliza
y nos conducen a la soledad ,
la capacidad de entrega se anula,
Otras tantas apelan
a conductas esquivas para no seguir con la relación
y aunque el acongojado sujeto jure y perjure
que le gustaría seguir con la relación,
retrocede por temor al amor,
se frena por miedo a sentir y
paradojicamente está sintiendo 
y lo que es peor “perdiendo“.