sábado, 1 de noviembre de 2008

DECÁLOGO DE LA VANIDAD

(Dedicado esencialmente a mí misma, pero si alguien más considera adecuado compartirlo, que no se inhiba).
1º.- Recuerda, ¡oh, persona engreída!, que eres mortal como cualquiera, y ya sabes que “cuanto más alto asciendas, más grave será tu caída”
2º.- La vanagloria, querida persona mortal, sólo alimenta tu vanidad, y cómo dijo el Predicador: “vanidad de vanidades, todo es vanidad”.
3º.- Las quimeras de la vanagloria únicamente te conducirán a penosas pesadillas, vuelve pues a la tierra, y cuida dónde pones los pies.
4º.- Vivir en las nubes, aunque éstas sean de gloría, es harto peligroso. No retienen cuerpos densos.
5º.- La gloria, ¡oh, mortal!, la alcanzarás con seguridad cuando asciendas al cielo –si existe, claro-. No olvides, empero, que aún te mueves por la tierra.
6º.- La vanidad siempre resulta mucho más costosa que un vicio, no digo, querida persona, qué te conviertas en una viciosa, pero ahorra tus energías para causas más nobles como por ejemplo el servicio a los demás.
7º.- Recuerda que una onza de vanidad deteriora un quintal de mérito, Tu qué apenas tienes unos gramos de eso, aguarda a hacer acopio para sentirte orgullosa de ello.
8º.- No te creas todo lo que te dicen, no te gastes todo lo que tienes, no digas todo lo que sabes y no aceptes todo lo que te dan; reza un proverbio árabe. Eso, tal vez no te proteja, querida persona, de ser vanidosa, pero te hará más prudente.
9º.- Recuerda, ¡oh, mortal! que, según dijo Alfonso X el sabio: “los cántaros vacíos son los que más ruido hacen al romperse” y que como dijera Plínio el joven, no son nuestras acciones las que han de correr en pos de la gloria, sino la gloria la que ha de seguirlas.
10º.- Y sí después de todo esto decides seguir instalada en la vanagloria, piensa que vale más consumir vanidades de la vida, que consumir la vida en vanidades. Lo dijo Sor Juana Inés de la Cruz, que de esto, al parecer, entendía mucho.